domingo, 27 de febrero de 2022

La Democracia: Las Élites Oligárquicas (las Minorias)

 



  "De modo que parecería que el destino de la democracia  es disolverse a si misma en el problema de  las voluntades.  Para el demócrata radical, la democracia puede estar en posesión de la voluntad verdadera del pueblo y, además, el pueblo puede estar en posesión  de la voluntad verdadera y, además, el pueblo puede ser engañado: son conocidas desde hace tiempo las técnicas de propaganda  y la manipulación  de la opinión pública. Esta dialéctica es tan antigua  como la democracia misma. [...]  Ya en los comienzos de la democracia moderna nos encontramos  con la extraña contradicción  de que los "demócratas" radicales consideran su radicalismo democrático  como criterio de selección  para distinguirse de los demás como los verdaderos representantes de la voluntad  del pueblo, lo que resulta un exclusivismo  muy poco democrático,  que se plasma, en principio, de forma práctica  en la concesión  de derechos políticos  sólo  a los representantes  de la verdadera democracia,  generándose así, al mismo tiempo, una nueva aristocracia.

[...]Sólo es posible instaurar la democracia en un pueblo que piensa realmente en forma democrática.[...] Todos los argumentos democráticos se basan en una serie de identidades.  Forman parte de esta serie: identidad entre gobernantes y gobernados, dominadores y dominados, identidad entre pueblo  y su representación en el parlamento, identidad entre Estado y pueblo que vota, identidad entre Estado y Ley y, finalmente, identidad entre lo cuantitativo (mayoría numérica o unanimidad) y lo cualitativo (lo justo de la ley).

Aún no ha sido solucionada la antiquísima dialéctica de la teoría de la voluntad del Pueblo: la minoría ".

Carl Schmitt

Progresismo: "El gasóleo costaba 0,54 euros por litro en 1998 a 1,384 euros en la actualidad, un 157% más "

 


Hay que comprender entonces que el mal viene de lejos. El crimen democrático contra el orden de la filiación humana  es, ante todo,  un crimen político, simplemente la organización  de una comunidad humana  sin vínculos con el Dios Padre. Lo que se implica  y denuncia bajo el nombre  de democracia  es la política misma. Ahora bien, esta no nació de la incredulidad moderna. Antes de los modernos que cortan las cabezas de los reyes para poder llenar fácilmente  sus carros en los supermercados, están los Antiguos, y en primer lugar, esos griegos que cortaron lazos con el pastor divino  e inscribieron, bajo el doble nombre de filosofía y de política, las actas de ese adiós. 


Ningún hombre puede mandar sobre los otros sin  inflarse  de desmesura e injusticia. Pero Platón, contemporáneo a su pesar  de estos hombres que pretenden  que el "poder pertenece al pueblo", y que no  podía oponerles  más que un "cuidado  de sí" incapaz  de salvar la distancia  de los unos  a los todos, habría  refrendado  el adiós  enviando  el reino de Cronos y el pastor divino a la edad de las fábulas, al precio de paliar  su ausencia con una fábula distinta: la de una "república"  basada en la "bella mentira" según la cual el dios, para asegurar el buen orden de la comunidad, habría puesto oro  en el alma  de los gobernantes, plata en la de los guerreros y hierro en la de los artesanos. 

A este precio, la democracia no es,  de hecho, más que el "imperio de la nada", figura última  de la separación de la política que, desde  el fondo del desamparo, llama a volverse hacia el pastor olvidado.  Pero también es posible tomar las cosas al revés , preguntarse por qué la vuelta hacia el pastor perdido viene a imponerse como la consecuencia última   de cierto análisis   de la democracia  en tanto sociedad  de individuos consumidores.

Platon le hace a la democracia dos reproches  que primero parecen oponerse, pero que sin embargo  se articulan estrictamente uno con el otro. Por un lado la democracia es el reinado de la ley abstracta, opuesta  a la del medico y el pastor. La virtud del pastor o el médico  se expresa de dos maneras: sus ciencias respectivas se oponen  en primer lugar  al apetito del tirano, porque se ejercen   para exclusivo beneficio  de aquellos   de quienes se ocupan. Pero se oponen  también a las leyes  de la ciudad democrática  porque se adaptan al caso presentado   por cada paciente  o por cada cordero. En cambio, las leyes para la democracia  pretenden valer  para todos los casos. Se asemejan  así a las recetas  que un médico  que se ha ido de viaje hubiera dejado en bloque,  independientemente de la enfermedad a tratar.

 Pero esta universalidad de la ley es una apariencia engañosaLo que el hombre democrático valora en la inmutabilidad  de la ley no es lo universal  de la idea, sino que sirva de instrumento  a su capricho. En el lenguaje moderno, diremos que bajo el ciudadano  universal  de la constitución democrática  tenemos que reconocer al hombre real, es decir, al individuo egoísta de la sociedad democrática.


Democracia: el Reino ilimitado del mercado

 

Las caras ensangrentadas del Che Guevara, Mao, Stalin, Jaruzelski, con la  frase abajo que  dice:  "fabryka morderców" (fábrica de asesinos). La "Memoria democrática" y el término democracia.

Cualquier cosa y su contrario vuelven manifestación fatal de ese individuo que conduce a la humanidad  a una pérdida  que los imprecadores lamentan, aunque lamentarían aún más el no tener nada que lamentar. De este individuo maléfico  se demuestra, a la vez, que conduce a la tumba  a la civilización de las "Luces" y que perfecciona su obra mortífera, que es comunitario  y que carece de comunidad, que ha perdido el sentido de los valores familiares  y el sentido de su transgresión , el sentido de lo sagrado  y el del sacrilegio.


Los viejos temas edificantes  son pintados ahora con los colores sulfurosos: el hombre no puede prescindir de Dios, libertad no es licencia, la paz ablanda la personalidad, el propósito de justicia conduce al terror. Pero hacer del nazismo la realización directa de la democracia  es una demostración delicada, incluso por la  vía del viejo argumento contrarrevolucionario que ve en el individualismo protestante la causa  de la democracia, y por lo tanto  del terrorismo totalitario. De las investigaciones  actuales  sobre el embrión  se deduce, retrospectivamente, la razón. Todo lo vinculado a democracia  es nada más que la continuación  infinita  de un solo y mismo crimen.



En definitiva, los que sueñan  con la restauración   de un gobierno  de élites   a la sombra  de una recuperada  transcendencia  se amoldan  al estado  de cosas existentes   en las "democracias". Y como toman por blanco principal a los "hombrecitos"  que impugnan ese estado de cosas, sus imprecaciones  contra la decadencia  se suman finalmente  a las admoniciones  con que los progresistas  quieren sostener  a los oligarcas  gerenciadores   frente a los humores reacios  de esos hombrecitos  que obstruyen  el camino de progreso.

Por más radical que quiera ser su disenso, por más apocalíptico que quiera ser su discurso, los imprecadores obedecen a la lógica  del orden consensual: aquella por la cual  el significante democracia  constituye  una noción  indistinta  que reúne en un único todo  un tipo  de orden estatal  y una forma de vida social,  un conjunto de maneras de ser y un sistema de valores,. El discurso antidemocrático de los intelectuales de hoy  corona el olvido consensual  de la democracia  para la que laboran  la oligarquía estatal  y la oligarquía económica.

Este odio oculta  la dominación   de las oligarquías estatales cuando identifica  a la democracia  como una forma de sociedad, y la de las oligarquías económicas,  cuando asimila su imperio  exclusivamente  a los apetitos de los "individuos democráticos". Puede así atribuir, los fenómenos de desigualdad  al triunfo funesto  e irreversible  de la "igualdad de condiciones" , y ofrecer a la oligarquía su justificativo ideológico: hay que luchar contra la democracia, porque la democracia es el totalitarismo.

El Movimiento del 68, incansablemente repetido por los historiadores y sociólogos  e ilustrado por los novelistas: el movimiento del 68  fue el de un juventud ávida y de nueva formas de vida.  Como la juventud y el deseo de libertad, por definición, no saben  ni lo que quieren ni lo que hacen, produjeron lo contrario a lo que declaraban, pero la verdad de lo que perseguían: la renovación del capitalismo y la destrucción de todas aquellas estructuras, familiares, escolares u otras, que se oponían al reino ilimitado del mercado, el cual penetraba cada vez más en las entrañas y los corazones de los individuos.

Togados de mierda y otros peces gordos

Los jueces. Dios mío. Otra clase de oficinistas con trajes de superhéroes. Putos dioses de cartón piedra. Los ves entrar en la sala como si ...