domingo, 27 de febrero de 2022

Democracia: el Reino ilimitado del mercado

 

Las caras ensangrentadas del Che Guevara, Mao, Stalin, Jaruzelski, con la  frase abajo que  dice:  "fabryka morderców" (fábrica de asesinos). La "Memoria democrática" y el término democracia.

Cualquier cosa y su contrario vuelven manifestación fatal de ese individuo que conduce a la humanidad  a una pérdida  que los imprecadores lamentan, aunque lamentarían aún más el no tener nada que lamentar. De este individuo maléfico  se demuestra, a la vez, que conduce a la tumba  a la civilización de las "Luces" y que perfecciona su obra mortífera, que es comunitario  y que carece de comunidad, que ha perdido el sentido de los valores familiares  y el sentido de su transgresión , el sentido de lo sagrado  y el del sacrilegio.


Los viejos temas edificantes  son pintados ahora con los colores sulfurosos: el hombre no puede prescindir de Dios, libertad no es licencia, la paz ablanda la personalidad, el propósito de justicia conduce al terror. Pero hacer del nazismo la realización directa de la democracia  es una demostración delicada, incluso por la  vía del viejo argumento contrarrevolucionario que ve en el individualismo protestante la causa  de la democracia, y por lo tanto  del terrorismo totalitario. De las investigaciones  actuales  sobre el embrión  se deduce, retrospectivamente, la razón. Todo lo vinculado a democracia  es nada más que la continuación  infinita  de un solo y mismo crimen.



En definitiva, los que sueñan  con la restauración   de un gobierno  de élites   a la sombra  de una recuperada  transcendencia  se amoldan  al estado  de cosas existentes   en las "democracias". Y como toman por blanco principal a los "hombrecitos"  que impugnan ese estado de cosas, sus imprecaciones  contra la decadencia  se suman finalmente  a las admoniciones  con que los progresistas  quieren sostener  a los oligarcas  gerenciadores   frente a los humores reacios  de esos hombrecitos  que obstruyen  el camino de progreso.

Por más radical que quiera ser su disenso, por más apocalíptico que quiera ser su discurso, los imprecadores obedecen a la lógica  del orden consensual: aquella por la cual  el significante democracia  constituye  una noción  indistinta  que reúne en un único todo  un tipo  de orden estatal  y una forma de vida social,  un conjunto de maneras de ser y un sistema de valores,. El discurso antidemocrático de los intelectuales de hoy  corona el olvido consensual  de la democracia  para la que laboran  la oligarquía estatal  y la oligarquía económica.

Este odio oculta  la dominación   de las oligarquías estatales cuando identifica  a la democracia  como una forma de sociedad, y la de las oligarquías económicas,  cuando asimila su imperio  exclusivamente  a los apetitos de los "individuos democráticos". Puede así atribuir, los fenómenos de desigualdad  al triunfo funesto  e irreversible  de la "igualdad de condiciones" , y ofrecer a la oligarquía su justificativo ideológico: hay que luchar contra la democracia, porque la democracia es el totalitarismo.

El Movimiento del 68, incansablemente repetido por los historiadores y sociólogos  e ilustrado por los novelistas: el movimiento del 68  fue el de un juventud ávida y de nueva formas de vida.  Como la juventud y el deseo de libertad, por definición, no saben  ni lo que quieren ni lo que hacen, produjeron lo contrario a lo que declaraban, pero la verdad de lo que perseguían: la renovación del capitalismo y la destrucción de todas aquellas estructuras, familiares, escolares u otras, que se oponían al reino ilimitado del mercado, el cual penetraba cada vez más en las entrañas y los corazones de los individuos.

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