"De modo que parecería que el destino de la democracia es disolverse a si misma en el problema de las voluntades. Para el demócrata radical, la democracia puede estar en posesión de la voluntad verdadera del pueblo y, además, el pueblo puede estar en posesión de la voluntad verdadera y, además, el pueblo puede ser engañado: son conocidas desde hace tiempo las técnicas de propaganda y la manipulación de la opinión pública. Esta dialéctica es tan antigua como la democracia misma. [...] Ya en los comienzos de la democracia moderna nos encontramos con la extraña contradicción de que los "demócratas" radicales consideran su radicalismo democrático como criterio de selección para distinguirse de los demás como los verdaderos representantes de la voluntad del pueblo, lo que resulta un exclusivismo muy poco democrático, que se plasma, en principio, de forma práctica en la concesión de derechos políticos sólo a los representantes de la verdadera democracia, generándose así, al mismo tiempo, una nueva aristocracia.
[...]Sólo es posible instaurar la democracia en un pueblo que piensa realmente en forma democrática.[...] Todos los argumentos democráticos se basan en una serie de identidades. Forman parte de esta serie: identidad entre gobernantes y gobernados, dominadores y dominados, identidad entre pueblo y su representación en el parlamento, identidad entre Estado y pueblo que vota, identidad entre Estado y Ley y, finalmente, identidad entre lo cuantitativo (mayoría numérica o unanimidad) y lo cualitativo (lo justo de la ley).
[...]Sólo es posible instaurar la democracia en un pueblo que piensa realmente en forma democrática.[...] Todos los argumentos democráticos se basan en una serie de identidades. Forman parte de esta serie: identidad entre gobernantes y gobernados, dominadores y dominados, identidad entre pueblo y su representación en el parlamento, identidad entre Estado y pueblo que vota, identidad entre Estado y Ley y, finalmente, identidad entre lo cuantitativo (mayoría numérica o unanimidad) y lo cualitativo (lo justo de la ley).
Aún no ha sido solucionada la antiquísima dialéctica de la teoría de la voluntad del Pueblo: la minoría ".
Carl Schmitt
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