martes, 17 de mayo de 2022

“Casi todos los idiomas de nuestro Continente son un puente hacia los otros”




"Durante toda la Edad Media, pese a la fragmentación feudal, había predominado en Occidente una concepción del mundo basada en la unidad política y religiosa, que evocaba no sólo una unidad cultural y espiritual entre los pueblos católicos, sino una realidad política que hacía posible una acción conjunta contra el infiel. Carlos V fue el último emperador en sustentarla (...). De allí en más, el imperio se fue transformando en un estado. (...) Carlos I de España y V de Alemania procuró cumplir su misión imperial como cabeza de la cristiandad frente a las herejías, los turcos, la evangelización en América y Asia.

A partir de la Reforma protestante encabezada por Lutero, Carlos V encamina su política y la guerra para conservar la unidad religiosa de Europa y la unidad política del Imperio. Para lograr el primer objetivo, convocó un concilio, sin que se obtuviera ningún compromiso con los luteranos. Se llevaron a cabo varios intentos de conciliación hasta 1541; después se consideró fracasado el segundo objetivo con la inevitable división religiosa de Europa y se aspiró a mantener solamente la unidad religiosa del Imperio. En 1547 el emperador derrota a los protestantes en Mühlberg y se llega a la paz de Augsburgo en 1555, sólo a costa de dar a los príncipes alemanes la libertad de imponer su propia fe en sus estados. El doble fracaso provocó posiblemente la abdicación de Carlos en 1556 y su retiro a Yuste, donde fallecería en 1558.

Los turcos habían comenzado a amenazar las posesiones españolas en Italia y los propios reinos españoles a partir de 1516, con las actividades del corsario Barbarroja. Carlos V dirigió personalmente la conquista de Túnez en 1535 pero fracasó contra Argel en 1541. La guerra contra los infieles sería mantenida durante el reinado de su hijo Felipe II.

El fracaso de la política imperial fue volcando la concepción del Imperio tradicional alemán a la de un imperio particular español, en el que la conquista americana cobró singular relieve y la Cristiandad se transformó en Hispanidad.  

   

En síntesis, la herencia de Carlos V comprendió:

1) El legado de Maximiliano I: Los Estados de la Casa de Austria, los derechos sobre el ducado de Milán y el imperio alemán,

2) El legado de María de Borgoña: Los Países Bajos, el Franco Condado, el Charolais,

3) El legado de Isabel la Católica: Castilla, posesiones en el Norte de África, posesiones americanas y

4) El legado de Fernando el Católico: Aragón, Navarra, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Rosellón. 

  La circunstancia de que Carlos I fuese el primer rey de una dinastía extranjera que llegó al trono castellano-aragonés y que fuera elegido emperador del Sacro Imperio, hizo variar las perspectivas del reino respecto a los problemas europeos y exigió de él una intervención mayor. La tensión entre el reino particular y el Imperio universal se daba sobre bases distintas a las medievales, pues todos los reinos que se consideraban emancipados del poder imperial, aspiraban, sin embargo, a la jefatura del orbe cristiano.(click)


Defiende Tu Nación, Defiende Europa.

 

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